El otro día, mientras caminaba por una elegante calle comercial de Madrid, me paré en seco al ver en el escaparate de una famosa y prestigiosa marca de complementos esta maravilla: una máquina de escribir dorada, flotando en el escaparate, ingrávida y brillante mientras de ella surgían alborotadas unas preciosas hojas mecanografiadas.

Me quedé hipnotizada observándola, sintiendo que esa magia dorada describía perfectamente mis sueños de escritora. Sin dudarlo, saqué mi teléfono móvil del bolso y tomé una furtiva foto porque quería retener esa imagen tan evocadora para luego compartirla con vosotros.

Como ya os conté una vez, yo empecé a escribir de niña con una vieja Olivetti (de ahí el nombre de mi blog) y por eso cuando vi esta bella máquina de escribir dorada a través del cristal de un escaparate me emocioné.

Ahora escribo mis historias en un ordenador, pero sigo tecleando con la misma ilusión que cuando era una adolescente. Esta imagen que os dejo creo que define muy bien la magia de escribir historias teñidas de imaginación y fantasía, con las yemas de los dedos impregnadas de sueños, mientras las ideas surgen a borbotones y los folios salen disparados, en un alocado torrente creativo.

Las palabras que mecanografiamos en esa máquina de escribir tienen el derecho y el deber de hacer vibrar a aquellos que las lean.

Y también, por qué no, pueden tener un toque de sofisticación y glamour 😉

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