Hablar de tú a tú, eso es lo bueno que tienen las pequeñas librerías.
No tengo nada en contra de las grandes superficies, pues allí siempre encuentras más variedad de libros y son perfectas para perderse en sus pasillos de forma anónima. No obstante, el encanto de una pequeña librería de barrio como la de mi vecino Fortunato es algo especial y que espero que no perdamos nunca. Durante los últimos años he comprado a menudo allí la prensa y siempre me he encontrado con una sonrisa, una buena charla y una gran amabilidad. Ahora que por fin mi novela se ha publicado, me hizo especial ilusión ver que en esta modesta librería llamada Capitel tenían una copia de La canción número 7 en el escaparate. Y lo que me emocionó aún más fue ver lo contento que se puso Fortunato, el risueño y afable librero, al saber que la había escrito yo. Enseguida me pidió que le firmara un ejemplar para una clienta de la librería y me permitió que sacara unas fotos de un momento tan especial para mí.
He pasado innumerables veces delante de su escaparate, soñando con ver mi novela entre los libros que allí se exhibían. Y ahora allí está, bien arropada entre libros de escritores a los que admiro.
No sabéis lo que me alegro de haberme atrevido a soñar…