Gota a gota se me desgasta el alma.
La lluvia no cesa, pero no consigue llevarse consigo esta inexplicable tristeza.
Me gustaría salir ahí fuera y dejar que el agua me purifique; que arrastre consigo esa desesperanza que a veces tiñe mi mundo de gris. Desnudarme y gritar a pleno pulmón mientras dejo que, gota a gota, mis miedos resbalen por mi piel.
Supongo que así somos los escritores. Almas llenas de ilusiones y de creatividad que a veces caemos en un estado de irremediable melancolía. Quizá necesitemos ser tan volubles para así poder resurgir después y dejar que las historias fluyan. Muchas veces los momentos bajos son los que nos dan una perspectiva diferente. Sufrimos, nos perdemos y cuando por fin nos encontramos de nuevo, las ideas comienzan a tomar forma.
He estado muy inactiva en las últimas semanas. Las palabras se habían quedado encerradas en un viejo desván y no era capaz de encontrar la llave. Pero hoy, a pesar de que mis dedos están muy perezosos, he decidido dejar que tecleen libremente y se expresen.
Ése es el primer paso para volver a escribir con regularidad en mi blog, y también para ir recargando la pluma de tinta y comenzar a esbozar otra novela. Las dos primeras siguen buscando su oportunidad entre las editoriales, pero no voy a seguir esperando una respuesta que me anime a seguir escribiendo porque, gota a gota, ¡estoy perdiendo un tiempo precioso!
Llega el otoño, una época perfecta para recluirse y crear. Las oportunidades vendrán, y si no lo hacen, yo misma les daré forma. Creo en mis historias, así que si otros no apuestan por ellas yo misma las terminaré sacando a la luz.
No obstante, tal y como se titula este post, iremos gota a gota. Seguiremos siendo pacientes y ya veremos qué sucede.
Os dejo por hoy.
La lluvia sigue cayendo fuera y voy a permitir que mi mente se pierda en su incesante murmullo.
Prometo no tardar en volver a compartir mis divagaciones con vosotros.
¡Un abrazo a todos los que me seguís!
Y como siempre… ¡Buenas noches y dulces sueños!