Estoy escribiendo este post en una pequeña casita rural en Asturias a la que me he escapado para olvidarme del tiempo, de la rutina y de los ruidos. Espero que llegue a publicarse en mi blog porque aquí la cobertura de mi iPad es pésima y tengo que escaparme a una esquina donde pillo wifi para poder comunicarme con el mundo. Estamos tan acostumbrados a estar siempre conectados que cuando Internet no funciona cunde el pánico. Pero no, ¡no voy a dejar que mi adicción a teneros informados de mis andanzas me supere! Yo escribo, y si no lo puedo subir hoy, pues no se acaba el mundo; ya se publicará otro día.
Bueno, que me voy por los cerros (y nunca mejor dicho porque estoy rodeada de preciosas y verdes montañas repletas de vacas y ovejas). Hoy dedico este post a todos los que os comunicáis conmigo, bien por carta, por e-mail, por mi página de Facebook, por Twitter o incluso por Instagram. Yo también os leo, y al igual que vosotros me decís que La canción número 7 ha sido una buena lectura, algo especial que os ha hecho sentir a tope, yo quiero deciros lo mismo: vuestras palabras me llegan muy hondo y me animan a seguir dedicándome a esta locura de crear historias, bien en forma de novela o mediante las pequeñas cosas que os cuento en este blog y en mis redes sociales. Además, nada de lo que escribo tendría sentido sin aquellos que leen y disfrutan mis palabras. Serían simplemente eso, palabras, pero vosotros les dais vida a los personajes y a sus emociones cuando comenzáis a leer y a vivir su historia.
Todos y cada uno de los mensajes que recibo son especiales, pero hoy quiero dejaros uno de los últimos que una lectora publicó en mi biografía de Facebook tras haberle contestado a unas sentidas y bonitas palabras que ella me había enviado de forma privada. Muchos os sorprendéis de que os responda. ¡Por Dios! ¿Cómo no voy a hacerlo? No hay nada que me haga más ilusión que recibir las palabras de un lector. Y si éste se ha tomado la molestia de compartir conmigo sus impresiones sobre mi primera novela, lo mínimo que puedo hacer es contestar a su mensaje.
A veces tardo en responder, porque últimamente (y afortunadamente) sois muchos los que me escribís, pero siempre intento encontrar un hueco para leer y responder los mensajes que recibo.
Este es el mensaje de Ascen, que resume muy bien lo que todos me decís, así que lo he escogido para representar el cariño que recibo de vosotros. Como ella lo publicó en mi página de Facebook abierto a todo aquél que quiera leerlo, me tomo la licencia de copiarlo en este post.
Esto es lo que esta cariñosa lectora dejó escrito:
“Da gusto encontrarse con gente maja por el mundo.
Te compras un libro en un aeropuerto cautivada sólo por su título. Te enganchas a él desde el minuto cero. Te acompaña en un verano complicado y te hace muchas veces evadirte de la realidad.
Te conviertes en Blanca, en Carlos, en Ángela, en Ignacio… y en todos y cada uno de sus personajes. Y entonces forma parte de tu equipaje; en la piscina, en el avión, en la playa, en el sofá, en el baño, en el coche… Y un día se acaba y te quedas desolada, triste, melancólica y nostálgica.
Y en un momento en el que te posee el “frikismo”, le escribes a su autora… y ella te dedica unas palabras llenas de cariño que te hacen sonreír.
Gracias, Lena, por este regalo en forma de libro y por tus cariñosas palabras.
Amigos lectores, os recomiendo La canción número 7.
(Yo hubiese elegido la 8 :))
¡Eres un solete!”
Son este tipo de palabras las que me ponen la piel de gallina. ¡Gracias a vosotros!
En honor a Ascen, que al parecer conectó de forma especial con la canción número 8 del playlist de mi novela, os dejo el link a esa canción de Cary Brothers llamada Ride para que disfrutéis y sintáis escuchándola 😉
Os dejo por hoy. Me voy a pasear con mi perro por los pastos que tengo alrededor y a disfrutar a tope de estas vacaciones rurales.
¡Espero que estas puñeteras montañas dejen que este mensaje os llegue pronto!