Muchos de mis lectores habéis destacado lo especial que os ha parecido el personaje de Ángela, la abuela de Carlos en La canción número 7. Por eso he decidido escribir un epílogo que publico hoy en mi blog para que podáis conectar con ella una vez más y conozcáis sus impresiones sobre todo lo acontecido en esta historia.
Si no habéis leído La canción número 7 os aconsejo que no sigáis leyendo, ya que el relato que os dejo a continuación contiene spoilers que os desvelarán el final de la historia. Reservadlo para cuando hayáis leído la novela 😉
Para los que sí la habéis leído y os quedasteis con ganas de más, aquí os regalo un reencuentro con Ángela, un personaje con el que me ha chiflado volver a conectar un año después de haber dado el último repaso a la novela antes de que fuera a ser publicada en papel.
Os dejo también el link a Set Down your glass en YouTube para que podáis volver a escucharla mientras leéis la última parte de estas palabras de Ángela.
¡Espero que os guste!
Con todo mi cariño y agradecimiento por leerme,
Lena
Sigo a tu lado
Desde aquí todo se ve muy claro, tanto que todo lo que me preocupaba al irme ya no tiene sentido. Estoy en paz. La ingrávida sensación que me acompaña a todas horas (bueno, aquí no hay horas, sólo una sonrisa infinita) es la recompensa a toda una vida tratando de encontrar la libertad.
Me fui y os dejé en un momento crítico. Tus miedos y fantasmas te habían encontrado una vez más para arrinconarte en esa esquina oscura que tanto temías. Ella estaba destrozada por tus errores y sus propios demonios, y aquél al que había tratado de acercarte estaba más lejos que nunca de llegar a tu corazón.
Os abandoné a los tres dejando lo que había comenzado inacabado.
Y lo siento, lo siento muchísimo.
Pero afortunadamente os apañasteis sin mi ayuda. No te imaginas lo feliz que estoy de ver cómo al final todas esas piezas del caótico rompecabezas que dejé a mis espaldas han terminado encajando a la perfección.
Carlos, estoy muy orgullosa de cómo al final entendiste lo que te dije en aquel frío box del hospital antes de irme. Perdón; ésa era la clave para que encontraras finalmente la paz. Te has perdonado a ti mismo y eso te ha permitido dar el paso para también perdonar a los demás.
Has superado esa adicción que te esclavizaba y te convertía en el títere de tus miedos más profundos. Empezaste por lo más importante: luchaste por encontrar a ese chiquillo que habías dejado enterrado bajo toneladas de dolor. Entendiste por qué Blanca te ocultó la verdad; no estabas preparado para enfrentarte a ella todavía. No podías abrir tu corazón a Ignacio hasta que éste no estuviera libre de esos dardos envenenados que el rencor utiliza para confundirnos. Supiste arrancar sus profundas puntas afiladas de tu alma y dejaste que el afán de superación te condujera a la línea de partida. Comenzaste a correr, al principio perdido y sin conocer muy bien dónde se encontraba la meta. Pero seguiste adelante, fortaleciéndote a cada paso y comenzaste a vislumbrar por qué la vida te había retado a enfrentarte una vez más al dolor. Ganaste la batalla y ahora estás disfrutando de una vida plena en Montegrís rodeado de gente que te da su cariño y que alimenta tus ilusiones cada día.
Me emociono cuando veo cómo te despiertas cada mañana con una sonrisa. Vas a la universidad con una motivación extraordinaria y cada día estás más cerca de convertirte en ese arquitecto que siempre has querido ser. La música vuelve a correr por tus venas y te entregas por entero al sueño que compartes con tus compañeros de Cube. Has encontrado tu refugio: esa casa tan acogedora que ahora compartes a ratos con Blanca y Qualia y siempre con Kento, ese galgo de mirada bondadosa que gracias a ti no fue sacrificado. Cuando reúnes entre sus paredes a todas esas personas que ahora son tu familia (los Pedraz, Ignacio y tus amigos) es cuando se convierte por entero en un hogar, porque son ellos los que han hecho que Montegrís sea tu sitio. Tu casa se llena de vida; de música, risas y de los juguetones ladridos de Louise al encontrarse con sus dos compañeros de travesuras. Estás rodeado de luz, mi niño.
Creías que me habías perdido… Y nunca había estado tan cerca de ti como cuando exhalé mi último aliento. Ascendí hasta este lugar sin nombre desde el que he estado muy atenta a todo lo que te sucedía.
Creías que la habías perdido…
Pero Blanca jamás te dejó. Lo intentó, puso miles de kilómetros entre vosotros, pero nunca saliste de su corazón. Siguió su camino y comprendió que ella también debía aprender a ser feliz sin ti antes de volver a tu lado. Sólo así podríais amaros con total libertad.
Blanca, también estoy muy orgullosa de ti. Ya no eres esa chiquilla asustada e insegura a la que conocí. Ahora te has dado cuenta de lo que vales, de lo mucho que los demás te necesitan y de la inmensa cantidad de regalos que la vida tiene reservada para ti. Has superado todas tus limitaciones y has aprendido a amar sin reservas. Te has dado por entero a mi nieto y has conseguido que él se entregue por completo a ti. Tocáis el cielo cada vez que os cogéis de la mano y sin daros cuenta llegáis hasta mí cada vez que lo hacéis. Siento el calor que desprendéis cuando os miráis a los ojos; y vuelvo a vivir. Vivo gracias a vosotros, que me recordáis constantemente. Vuestro amor me mantiene muy despierta y me recuerda que hice bien en hacer que vuestros caminos se cruzaran.
Aquel día que volabas a San Francisco miraste a las estrellas y me sentiste muy cerca. Si fue así es porque estaba allí, sentada junto a ti en ese avión que te llevaba a encontrarte con tu lado más valiente. Y cuando, a tu regreso a Montegrís, creíste verme en el Monte de la Luna, también estaba allí y celebraba en silencio esa felicidad y armonía que finalmente te rodean. Lo cierto es que siempre estoy a tu alrededor, y eres la única que consigue percibir mi presencia. Tienes un sexto sentido que me ayuda a llegar hasta ti y lo aprovecho siempre que me es permitido.
Ignacio… Cómplice, compañero, el verdadero amor de mi hija…
Tras años de destierro y aventuras, por fin has encontrado tu sitio. Un lugar donde echar raíces y ser el padre que no te dejaron ser. Al veros a ti y a Carlos compartir hasta los detalles más insignificantes mi corazón se encoge de emoción. Esa cita de los jueves en la que os coméis una hamburguesa y os contáis vuestras cosas; las noches en tu casa mientras tú tocas el piano y él te acompaña con su guitarra; las escapadas a Madrid que hacéis en tu viejo coche mientras vais dejando sobre el asfalto de la autopista un rastro de confidencias y carcajadas que os van uniendo cada vez más.
No estoy sola. Cecilia está a mi lado. Y ambas os decimos a los tres que, día tras día, sigáis viviendo la vida con los cinco sentidos. Mientras vosotros observáis, escucháis, tocáis, oléis y saboreáis la vida, nosotras disfrutamos de vuestras experiencias cogidas de la mano. Flotamos en este plano paralelo, por fin juntas y libres de preocupaciones, cuidando de vosotros para siempre.
¿Qué es ese escalofrío que acabáis de sentir?
Somos nosotras entrando en vuestras mentes, en vuestros corazones y acariciando con nuestra alma vuestros cuerpos terrenales.
Siempre estaremos aquí. Y algún día (que espero sea dentro de muchos, muchos años, porque todavía os queda tanto por vivir) nos encontraremos en este lugar sin nombre donde todo cobra un nuevo significado.
Habéis llegado una vez más al Monte de la Luna. Estáis los tres juntos admirando la silueta desdibujada de Madrid y, mientras el viento acaricia vuestros rostros, esa maravillosa canción de Snow Patrol suena otra vez…
Just close your eyes and count to five
Let’s craft the only thing we know into surprise
Set down your glass, I painted this
To look like you and me forever as we’re now
And I’m shaken then I’m still
When your eyes meet mine
I lose simple skills
Like to tell you all I want is now
You sing, I’m killed, I’m just not the same
As I was a year ago and each minute since then
My jumper tears as we take it off
You say you’ll sew me good as new and I know you will
Mi hija me mira y sonríe emocionada. No, ya no sois los mismos de hace un año, y ambas sabemos que de ahora en adelante vais a vivir siempre al ritmo de vuestra propia banda sonora.