A las personas nos cuesta amar sin condiciones.

Sin embargo, los animales de compañía nos dan todo su amor y lealtad sin pedir nada a cambio. Con un poco de cariño, comida y juego son los seres más felices del mundo. Y cuando no tenemos tiempo para ellos y sin darnos cuenta les ignoramos, ellos esperan pacientemente a que nos acordemos de que están ahí, aguardando sin prisa a que nos percatemos de su presencia. Y cuando por fin lo hacemos, y nos olvidamos de todas esas estúpidas preocupaciones sobre el dinero, el trabajo, la política o el fútbol, ellos aceptan nuestra atención como si les estuviéramos regalando oro convertido en caricias.

Los animales no se dejan impresionar por lo superfluo; tampoco por las cosas materiales o la ambición desmedida. Ellos son más inteligentes que nosotros y se dejan guiar por sus instintos. Son felices con lo que realmente merece la pena y huyen de aquellas cosas que pueden herirles. No son rencorosos y cuando atacan es para defenderse, no hacen daño de forma gratuita.

En mis dos novelas los protagonistas humanos son acompañados por animales. Esto no es una casualidad, ya que desde niña he sido una gran amante de la naturaleza y he aprendido mucho de ella. Los animales son capaces de sacar lo mejor de nosotros mismos y, si sabemos escucharles, nos recuerdan que la belleza de esta vida se encuentra escondida en los momentos más sencillos. Un perro es más feliz correteando por el campo que encerrado en un jardín de ensueño en una gran mansión.

Son más listos que nosotros; y ya es hora de que aprendamos de ellos.

Hoy unos amigos muy queridos han perdido a su perra Anouk, y este post está dedicado a ella. A lo largo del camino yo también he perdido a mascotas que adoraba, y sé lo difícil que resulta decirles adiós. Aunque es doloroso, lo mejor que podemos hacer es quedarnos con los recuerdos bonitos y seguir amando a los animales que tenemos a nuestro alrededor.

Y nunca, jamás, hacerles daño. Porque si lo hacemos, en realidad nos estamos fallando a nosotros mismos, ya que nos convertimos en monstruos indeseables.

Para todos aquellos que adoráis a los animales y sois capaces de quererles como se merecen, os mando un beso enorme y os deseo buenas noches y felices sueños.

Hoy os dejo una canción que no aparece en ninguna de mis novelas, aunque la tengo en mente para que me inspire en alguna de las siguientes. Se llama Broken y es de Lifehouse. Es un tema que a mí me pone los pelos de punta y con el que he llorado más de una vez recordando a Luna, un gato que perdí de forma inesperada hace un año, y a Westy, mi perro de la infancia. Es triste, sí, pero es una de esas canciones que te hacen llorar y te ayudan a descargar el dolor para así poder respirar.

Va por ti, Anouk. Y por Nupa, Westy y Luna. Y por todos los animales que merecen ser echados de menos.

Os dejo el video y me despido, porque las lágrimas ya comienzan a resbalar por mis mejillas y mis dedos teclean temblorosos en mi portátil…

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